jueves, 24 de agosto de 2017

CONFESIONES DE UNA MILF


Hay quien escribe libros sin tener nada que contar y hay quien tiene mucho que contar y se lo guarda bajo llave. Hay también trayectorias vitales que merecen, exigen, al menos, un libro que las refleje.
Nacida a mediados de los cincuenta Viv Albertine compartió escuela en los sesenta con  los hermanos Davies (futruros Kinks)  –algo mayores que ella-. Vivió de cerca la Beatlemania, la Rollingmania y la psicodelia. Vio a David Bowie antes de hacerse famoso lanzándose a un público sorprendido y el duque blanco la pisó con su botaza para encaramarse de nuevo a escena (“no es tan refinado como parece”-pensó-) . Mediados los setenta fue novia de Mick Jones de Clash, compañera de batallas de Johny Thunders, compartió grupo y amistad con Syd Vicious (“tras su apariencia desenfadada escondía una gran ambición”), se movió en los ambientes de la mítica tienda SEX junto a Rotten, Steve Jones, Siouxie, Malcon Mclaren, Vivienne Westwood  etc y lideró la banda señera del punk femenino en el Londres de la época: “The Slits” (Las Rajas).
Semejante trayectoria justificaría ya un buen libro sobre sus vivencias. De hecho, cuando tuve noticia de su existencia, pensé que sería otra crónica más sobre la era punk, como tantas otras que hemos conocido. Pero lo que te encuentras es más, mucho más.
Porque además de lo relatado, Viv Albertine fue abandonada por su padre francés cuando era una niña, contrajo ladillas en sus incursiones por los pisos ocupados holandeses, probó todas las drogas imaginables, vivió el trauma de abortar con el agravante de hacerlo en años muy hostiles al respecto. Tras su periplo musical y tras un periodo de depresión se puso a estudiar cine y dirigió varios cortos. Más tarde se casó con un motero y vivió varios años con “maridito” y con su hija en una elegante casa de la costa donde ella trató de ejercer de madre convencional.
Su largo y tortuoso proceso hacia la maternidad derivó en un cáncer de útero que finalmente superó. Después llega el traumático divorcio, la vuelta a los escenarios y el reto de enfrentarse con cincuenta y tantos a públicos de pub y locales de ensayo “de esos que tienen pollas dibujadas”. Viv Albertine no vuelve para rememorar el pasado, lo hace para componer nuevas canciones en las que relata, con humor corrosivo, la experiencia de ser una mujer madura en el nuevo milenio, con temas tan elocuentes como “Confessions of a MILF”.
Cuando menos se lo espera, una pujante realizadora la propone como protagonista de su nueva película. Para que no falte de nada también se enamora, tras su divorcio,  de un maltratador y vive la experiencia –como es tristemente habitual- con una mezcla de pavor y dependencia.
Albertine tuvo la oferta editorial de contar sus aventuras y dejar que un “negro” las redactara. Pero ella prefirió hacer el libro de puño y letra y creo que es muy de agradecer. "Ropa, Música, Chicos" es un relato que rezuma franqueza, que huye de la autocomplacencia y que va mucho más allá de ese título un tanto frívolo que se queda muy corto.  El punto de vista de una mujer como Viv, añade unas tonalidades nuevas a los retratos de los héroes del punk. Aquí aparecen sus grandezas, si, pero también los vemos vulnerables, ambiciosos, salidos y hasta desagradables.
Arantxa Urretabizkaia suele decir que los lectores masculinos somos homosexuales porque solo leemos a hombres y por lo que he comprobado no le falta razón (aunque ella es, en mi caso, una de las excepciones). El de Viv Albertine es uno de esos libros que animan a la bisexualidad.   
   


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